Química

Protobionte

Publicado por Ángeles Méndez

Un protobionte es un organismo de tipo protoctista o protista, es decir, es un organismo eucarionte que no puede ser clasificado dentro del grupo de los animales, plantas u hongos.

El término protobionte, hace referencia a las estructuras primitivas, así como a la primera formación de moléculas de tipo orgánico, de las cuales se cree que pueden haber evolucionado los seres vivos. A estos seres, se les cuele considerar como los antepasados, o los precursores de las actuales células procariotas, es decir, aquellas células que carecen de núcleo concreto, pues su material genético se encuentra disperso dentro del citoplasma de la célula sin poderse concretar con exactitud su localización. Este tipo de organismos son unicelulares.

Así podemos decir, que un organismo protobionte, se encuentra formado por una acumulación de distintos polímeros de tipo orgánico, los cuales se encuentran unidos o encadenados. Dicha unión surge de manera espontánea, además de en forma abiótica, es decir, sin ser productos de seres vivos, procediendo únicamente del medio y los componentes o la influencia físico-química que este les pueda provocar.

Dichos polímeros ensamblados, se encuentran rodeados por membranas. A los protobiontes se les suele asociar con el término, vida, en ámbitos como la reproducción de tipo sencillo, el metabolismo, o la excitabilidad, así como también, el algunos casos, se los relaciona con el mantenimiento del equilibrio de un medio químico interno que sea diferente al exterior.

Además, es importante destacar que los protobiontes, a pesar de su simplicidad estructural, presentan características que se asemejan a las de los organismos vivos actuales. Por ejemplo, pueden realizar procesos de autoensamblaje, en los que las moléculas se organizan espontáneamente para formar estructuras más complejas. También pueden presentar comportamientos de tipo homeostático, es decir, pueden mantener un equilibrio interno frente a las variaciones del entorno.

Fueron numerosos los investigadores que realizaron estudios sobre estas estructuras, como fue el caso del bioquímico ruso, Alexander Oparin, o el bioquímico estadounidense, Sidney W. Fox, los cuales demostraron que los protobiontes pueden constituirse y formarse de manera totalmente espontánea, en similares condiciones a aquellas que se cree, se encontraban presentes en la época en la cual nuestro planeta Tierra se formó. Ambos científicos dedicaron buena parte de su vida académica a estudiar el origen de la vida.

En los experimentos realizados por los científicos anteriormente mencionados, se consiguió formar estructuras como los liposomas (sustancias a modo de vesículas de forma esférica con membrana fosfolipídica), o las microesferas, las cuales se formaban con estructuras membranosos muy parecidas a las bicapas de fosfolípidos que se encuentran presentes en las células que conocemos hoy en día.

Alexander Oparin, a uno de los tipos de protobionte que descubrió, le dio el nombre de coacervado. Oparin pudo demostrar que se podía dar lugar a la formación de membranas de tipo lipídicas, aún encontrándonos en un medio abiótico, es decir, en ausencia de vida. A las gotas llenas de moléculas de tipo biológico, que se encontraban separadas del agua gracias a una membrana las llamó, coacervados. A estos tipos de estructuras se les relaciona con los coloides, los cuales son sistemas físico-químicos, que se encuentran constituidos por más de una fase a la misma vez.

El estudio de los protobiontes no solo es relevante para entender el origen de la vida, sino que también puede proporcionar pistas sobre cómo podrían ser las formas de vida en otros planetas. En este sentido, el estudio de los protobiontes puede contribuir a la astrobiología, la ciencia que se ocupa de la búsqueda de vida extraterrestre. En el futuro, los protobiontes podrían ser utilizados como modelos para la búsqueda de vida en otros planetas, ya que su simplicidad y robustez podrían permitirles sobrevivir en condiciones extremas.