La Salinidad
En los primeros tiempos de su formación, la Tierra era constituida por una masa en fusión. A medida que el planeta se fue enfriando, los elementos más densos fueron depositándose en el centro y los menos densos migraron hacia la superficie.
Algunos gases (oxígeno, hidrógeno, metano, vapor de agua) escaparon para formar la atmósfera. Cuando la tierra se enfrió aún más, se formó una corteza sólida y el vaor de agua se condensó en gran parte, dando lugar a los Océanos.
El agua de los océanos es salada, porque contiene sales disueltas, con concentraciones de cerca de 35 gramos de sales por cada Kilogramo de agua. Esto significa que para cada litro de agua de mar, existen 35 gramos de sales disueltos (la mayor parte siendo cloruro de sodio NaCl)
Esa agua no es potable, debido a la alta concentración de sales que pueden deshidratar una persona.
El agua de mar es una solución rica en sales, con 85% de cloruro de sodio (NaCl), también conocido como sal de mesa, o sal común, que representa en el mar, más de 90% del peso de todas las sales presentes.
La salinidad del agua de mar no es uniforme alrededor de la tierra. El agua menos salina del planeta, es la del Golfo de Finlandia, en el Mar Báltico. El mar más salino del mundo es el Mar Muerto, localizado en Oriente Medio (Asia Occidental), con una salinidad 10 veces mayor a la de cualquier otro océano.
Por causa de estas sales, las aguas del Mar Muerto son ricas en propiedades terapéuticas, indicadas en el tratamiento de varias enfermedades de la piel y problemas respiratorios.
Fuentes de Sales
Existen algunas hipótesis sobre las fuentes de enriquecimiento de sales para el agua del mar, sin que la ocurrencia de una de ellas pueda significar la ausencia de la otra.
Las rocas de la corteza terrestre se van desgastando por el proceso de erosión y una parte disuelta de ese material, que origina las sales, es transportada para el océano por los ríos.
Esta es la hipótesis más conocida y durante largo tiempo se creyó ser la única.
Sin embargo, el análisis comparativo entre las sales disueltas transportados por los ríos y la composición de las sales presentes en el agua del mar demostraron que no toda la sal existente podría haberse originado solamente a través de este proceso.
Las erupciones volcánicas liberan sustancias (tales como dióxido de carbono, cloro y sulfato) para la atmósfera, una parte de las cuales termina siendo transportada con la precipitación directamente hacia los océanos o indirectamente a través de los ríos.
En los procesos volcánicos existentes en los abismos marinos, la lava originaria del manto, trae directamente al océano agua juvenil, o sea, agua contenida en las capas interiores del planeta y que nunca estuvo en forma líquida en la superficie (por nunca haber estado en la superficie terrestre es que se la denomina agua juvenil). Esta agua contiene, en solución, varios constituyentes químicos como cloruros, sulfatos, bromatos, yoduros, carbono, cloro, boro, nitrógeno y muchos otros.
Además de esto, debido al calor del magma, el agua fría del fondo oceánico, al pasar por las rocas del abismo, se calienta e intercambia elementos químicos con el medio rocoso. Al ascender, se integra al ambiente oceánico.
Pero además de estas fuentes naturales, existen aún sales que provienen de poluyentes gaseosos líquidos o sólidos.
La salinidad del océano se ha mantenido estable por millones de años, probablemente como consecuencia de un sistema tectónico/químico que recicla la sal.
Las interacciones entre los constituyentes disueltos a través de varios procesos, involucrando intercambios entre océanos, atmósfera, fondo marino, ríos, rocas de la superficie y magma, originan el balance geoquímica estable del medio submarino.
Por ello, existe un equilibrio entre las fuentes, la cantidad de sales disueltos y la composición del agua del mar, manteniéndose ese equilibrio esencialmente constante por milenios.