Fosfina
La fosfina también llamada fosfatina, es un gas bastante inflamable que puede llegar a explotar incluso a temperatura ambiente. Es soluble en agua, pero levemente y posee un fuerte y característico olor a ajo o algo podrido, bastante desagradable.
Este gas viene usado en diferentes industrias como las de los semiconductores y los plásticos. También es útil en la producción de retrasadores de las llamas o usado como insecticida para granos.
A la fosfina se le conocen otros nombres, por ejemplo, fosfuro de hidrógeno. Se trata de una molécula de tipo polar. Cuando arde en el aire provoca una llama blanca brillante, y desprende vapores. También cabe destacar como propiedad su uso como fuerte reductor que capta oxígeno, consiguiendo transformarse en ácido fosfórico. Debido a esto, es considerado altamente tóxico o venenoso, pues puede asfixiar los tejidos y dejarnos sin el oxígeno que necesitamos.
Cuando la fosfina se une a compuestos hidrácidos, forma compuestos de tipo isomorfico con sales amónicas, con reacciones como la del siguiente ejemplo:
PH3 + HCL → PH4Cl
La toxicidad propia de la fosfina suele afectar a través de la inhalación, provocando efectos como dolor de estómago y diafragma, con vómitos, y un característico aliento a fósforo. Una exposición muy alta a este gas provocaría bronquitis, edemas pulmonares, convulsiones e incluso la muerte. Cuando la fosfina se encuentra en estado líquido, un contacto con la piel podría provocarnos la congelación de esta.
Existen unos compuestos que se encuentran relacionados con la fosfina. Son unos tipos de compuestos organofósforicos, conocidos comúnmente como fosfinas. Son derivados de los alquilos y arilos de la fosfina, análogos de animas de tipo orgánicas. Ejemplos de esta clase de compuestos son por ejemplo, la trifenilfosfina, el cual se usa como ligando en las catálisis homogéneas. Este tipo de compuestos se oxida con facilidad, pasando a ser óxidos de fosfina
La fosfina, PH3, es un análogo del amoniaco, un gas sin color y altamente tóxico. Ambos hidruros se diferencian bastante, pues el enlace P-H, es bastante menos polar de lo que es el enlace N-H. De este modo, por ejemplo, la fosfina es una base muy débil, y no consigue formar puentes de hidrógeno. De hecho, el PH4^+, ion fosfonio, es el equivalente al ion amonio, siendo incluso bastante difícil de preparar. La fosfina en sí, se prepara al mezclar un fosfuro de un metal que sea muy electropositivo, junto con agua:
Ca3P2 (s) + 6 H2O (l) → 2 PH3 (g) + 3 Ca(OH)2 (ac)
El ángulo de enlace de la fosfina (P-H) es de tan sólo 93º, en vez de los 107º que mide el ángulo de enlace N-H del amoniaco. El ángulo de la fosfina nos hace referencia clara a que el átomo de fósforo usa orbitales p, en vez de los orbitales híbridos sp^3, con la finalidad de formar enlaces.
A pesar de que la fosfina no tiene gran utilidad, las fosfinas que se encuentran sustituidas funcionan como reactivos importantes en la química de los metales de transición. La fosfina sustituida más común es la trifenilfosfina, P (C6H5)3, la cual se suele conocer con la abreviatura PPh3.