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Factor de protección solar

Publicado por Ángeles Méndez

Los protectores solares contienen diferentes sustancias que minimizan la acción destructiva y perjudicial que produce la luz ultravioleta sobre nuestra piel. Muchas de las cremas incorporan en su composición compuestos orgánicos que absorben la radiación ultravioleta, como, por ejemplo, la benzofenona y derivados. Otros tipos de compuestos, como el ácido p-aminobenzoico, absorben solamente el componente más energético de la radiación ultravioleta, consiguiendo que la menos energética sea absorbida por la piel. La respuesta que se obtiene desde el organismo a dicha absorción de energía es la producción de un pigmento oscuro, conocido con el nombre de melanina y, en consecuencia, se provoca el bronceado.

Al factor de protección solar, también se le conoce como índice de protección solar, porque precisamente indica un índice de tiempo, concretamente el tiempo que una persona puede permanecer expuesta al sol sin sufrir lesiones en la piel, o quemaduras térmicas. El índice de cada fotoprotector se indica en forma numérica en los envases, es un múltiplo del tiempo que la persona puede exponerse al sol sin necesidad de quemarse, o lo que es lo mismo, a una persona que puede exponerse al sol durante treinta minutos sin necesidad de sufrir quemaduras, cuando ésta utiliza un fotoprotector de índice cuatro, esto significa que la persona estará protegida por un total de 2 horas, pues los 30 minutos se multiplican por el índice cuatro en este caso. Hay distintas escalas para hablar de la protección solar.

El índice UV, nos indica la intensidad que tiene la radiación ultravioleta que procede del Sol. Se mide con una escala que inicia en el número cero, pero no termina en ningún número, no se encuentra acotado superiormente. Además dicho índice también hace referencia a la capacidad de provocar lesiones en la piel.

El sol causa más de un 75% del envejecimiento, arrugas, manchas, etc., de la piel, y provoca cáncer como punto más preocupante, por lo que debemos proteger lo más posible nuestra piel.

Se conoce con el nombre de capital solar, al número de horas que podemos exponernos al sol a lo largo de nuestra vida. Cuando dicho capital se consume, inician los problemas cutáneos, por lo cual debemos intentar prolongar al máximo nuestro capital, para que no se desgaste de manera prematura. Cabe destacar que el capital solar de cada persona, además del entorno ambiental en el que se encuentre, está influenciado por la genética.

Siglas como FP, IP o SPF, son las que indican el factor de protección solar, pero la protección depende en gran medida de diferentes factores, como el tipo de piel del usuario, la cantidad de protector que usemos así como la frecuencia de repetición de las aplicaciones, etc. Las pieles, cuanto más claras sean, más sensibilidad a la radiación ultravioleta tendrán, pero podemos definir los fototipos de piel como, piel clara, y piel oscura. Esta última está mucho más pigmentada que la clara, y suele broncearse con facilidad, sin sufrir apenas quemaduras, al contrario que la piel clara, pero en medio de estos dos tipos hay una infinidad de tonos de piel. A más alto valor de SPF, más alta es la protección que ofrece el producto.

Al igual que existen muchos tipos de piel, también existen diversos niveles de radiación, y podemos encontrar numerosas tablas de recomendaciones realizadas por el Departamento de Sanidad y Seguridad Social, que nos reflejan el tiempo de exposición, el índice de protector indicado para nuestra piel, etc.

Los protectores solares pueden presentarse en diversas formas, en cremas, geles, sprays, siempre de uso tópico. Los fotoprotectores no protegen al 100%, por lo que no se debe exceder mucho en el tiempo de exposición.

Existen diferentes tipos de protectores:

Filtros físicos: conocidos también bajo el nombre de pantallas totales. Estos reflejan de manera total la radiación solar, consiguiendo que esta no penetre en nuestra piel fácilmente, por lo que no provoca daños.

Filtros químicos: Funcionan absorbiendo la radiación, y cambiándola por otro modo de energía que no sea dañina para la salud de la piel. Se miden con FPS (factores de protección solar).

Los filtros deben tener una serie de cualidades para ser idóneos, como la buena absorción y resistencia a diversos agentes externos, no causar alergias o irritaciones cutáneas, no degradarse al sol y ser estable, etc.

Según las diferentes composiciones y compuestos de los fotoprotectores se realiza su clasificación, en los que contienen:

  • Ácido para-amino benzoico y derivados de éste.
  • cinamato
  • Benzofenonas
  • Derivados del benzimidazol
  • Bencilidenos o derivados del alcanfor.